El hidrógeno verde se perfila como una de las soluciones más prometedoras para alcanzar los objetivos de descarbonización a nivel global, pero su desarrollo a gran escala requiere un apoyo sólido por parte de los gobiernos. La implementación de políticas e incentivos adecuados es fundamental para acelerar la adopción de esta tecnología, reducir sus costos y asegurar la competitividad en los mercados internacionales. Los gobiernos no solo juegan un papel clave en la creación de marcos regulatorios favorables, sino que también son fundamentales en la atracción de inversiones y en el apoyo a la investigación y el desarrollo (I+D).
Uno de los principales desafíos en la expansión del hidrógeno verde es su alto costo de producción en comparación con fuentes tradicionales de energía, como el gas natural. Sin embargo, los gobiernos pueden reducir esta brecha mediante incentivos fiscales, subsidios y la creación de mercados específicos para el hidrógeno. Algunos países ya han comenzado a implementar políticas que apoyan directamente el desarrollo de esta industria.
Alemania, por ejemplo, ha sido pionera en el apoyo al hidrógeno verde con su Estrategia Nacional del Hidrógeno, lanzada en 2020. El gobierno alemán ha destinado 9 mil millones de euros para proyectos de hidrógeno, con el objetivo de desarrollar una capacidad de 5 GW para 2030. Esta estrategia incluye incentivos para la producción, almacenamiento y distribución de hidrógeno verde, así como la integración de este combustible en sectores como el transporte y la industria pesada.
Otro caso relevante es Chile, que ha lanzado su estrategia nacional con el objetivo de posicionarse como líder en la exportación de hidrógeno verde. El gobierno chileno está promoviendo asociaciones público-privadas y ha identificado regiones clave para la producción de hidrógeno a bajo costo, como la Patagonia. El proyecto «Haru Oni», desarrollado por Siemens Energy, es uno de los más avanzados en el país. Este proyecto, ubicado en la región de Magallanes, busca producir hidrógeno verde a partir de energía eólica, y se espera que las primeras exportaciones comiencen en 2025.
En España, el gobierno también ha lanzado una ambiciosa hoja de ruta para el hidrógeno renovable, con el objetivo de alcanzar 4 GW de capacidad de electrólisis para 2030. Además de la inversión pública, se están impulsando proyectos como el «Valle del Hidrógeno Verde en Cataluña», una iniciativa que involucra tanto al sector público como privado y que busca transformar a esta región en un hub de producción y distribución de hidrógeno para toda Europa.
En México, aunque el desarrollo de la industria de hidrógeno verde es aún incipiente, el gobierno ha comenzado a integrar esta tecnología en sus políticas energéticas. A través de la Estrategia Nacional de Hidrógeno, se pretende incentivar la inversión y desarrollar proyectos en regiones con alto potencial de energías renovables, como Baja California y Oaxaca. Uno de los proyectos más relevantes es el de «CFE Baja California», que busca aprovechar la energía solar y eólica para producir hidrógeno y abastecer tanto el mercado interno como el internacional.
El éxito del hidrógeno verde también depende del establecimiento de marcos regulatorios que faciliten su integración en diferentes sectores. Por ejemplo, el transporte y la industria pesada, que son grandes emisores de CO2, podrían beneficiarse enormemente del uso de hidrógeno como combustible, siempre que existan normativas que fomenten esta transición. Los gobiernos pueden promover la descarbonización de industrias intensivas en carbono a través de leyes que favorezcan la adopción de tecnologías limpias y mediante la implementación de impuestos sobre las emisiones de carbono.
Además, el apoyo a la I+D es crucial para avanzar en las tecnologías de producción y almacenamiento de hidrógeno. Los gobiernos que inviertan en este tipo de investigación estarán en una mejor posición para reducir los costos asociados y hacer que el hidrógeno verde sea una alternativa económicamente viable en los próximos años.
En conclusión, el papel de los gobiernos es decisivo para el desarrollo de la industria del hidrógeno verde. A través de políticas coherentes, incentivos financieros y marcos regulatorios claros, los gobiernos pueden allanar el camino para que el hidrógeno verde se convierta en una pieza central de la transición energética global. Invertir en esta industria no solo permitirá cumplir con los objetivos climáticos, sino que también impulsará el crecimiento económico y la creación de empleo en las próximas décadas.